-¿Las mujeres afganas están ahora mejor que con el régimen comunista o los talibanes?
-Continúan teniendo bastantes problemas porque el Gobierno aún es muy joven, pero en general sí es cierto que están mejor. Es obvio que tienen más libertad.
-¿Qué puede hacer ahora una mujer afgana que no pudiera hacer hace dos años?
-Bajo los talibanes no tenía acceso ni a la educación ni al trabajo, ambas cosas que ahora pueden hacer, especialmente en la capital, en Kabul, donde es más fácil que una mujer encuentre un trabajo y se pueda matricular en la Universidad.
-Pero, por lo que dice, a la mujer afgana aún le queda un largo camino que recorrer.
-Después de 25 años de un país en guerra y donde menos del cinco por ciento de las mujeres tiene educación reglada, el camino, claro está, será largo y también difícil; pero nuestro reto es siempre ir avanzando.
-¿Queda aún algún sector de mujeres afganas que eche de menos llevar el burka?
-No hay que olvidar que tradicionalmente el burka es un elemento de la sociedad afgana, nada nuevo de los talibanes. Pero bajo los talibanes era obligatorio, mientras que ahora no hay ningún mandato gubernamental que obligue a llevarlo.
-Pero se continúa poniendo.
-Hay mujeres a las que les gusta llevarlo, por tradición, pero también otras que continúan con el burka porque en Afganistán sigue habiendo «señores de la guerra» que obligan a sus mujeres a utilizarlo cuando salen de sus casas.
-¿Los hombres afganos comprenden las aspiraciones de liberación de las mujeres?
-Tienen una cultura tradicional y no creo que muchos hombres compartan la creencia en los derechos de las mujeres, aunque es cierto que entre la clase de más formación cultural sí hay muchos hombres que comprenden las aspiraciones de las mujeres.
-¿Usted es un ejemplo de esto último?
-Sí, porque tanto mi padre como mis hermanos comprenden perfectamente mis aspiraciones como mujer, lo que me permite estar trabajando por esta causa; pero lamentablemente no todas las familias son así en Afganistán.
-¿Qué es lo que no debe olvidar una afgana?
-Las mujeres afganas no podemos olvidar que somos el fruto de una sociedad que, culturalmente, es muy conservadora, sobre todo en todos los aspectos relacionados con la educación, punto este en el que debemos de actuar para corregirlo.
-¿Cuál es el mayor triunfo que consiguieron las mujeres afganas en los últimos años?
-Además de la progresiva liberación, sin duda alguna el acceso a la enseñanza, pero lamentablemente sólo en las ciudades más grandes, donde hay seguridad gracias a las fuerzas militares internacionales, entre ellas las españolas. Pero en la zona rural continúa reinando la cultura tradicional, con lo cual la educación de las mujeres está muy restringida.
-¿Ve riesgos en la pérdida de identidad de la mujer afgana por su occidentalización?
-Obviamente no es posible implantar una ideología occidental en poco tiempo, sobre todo por las restricciones conservadoras. Las mujeres afganas, aunque compartan los ideales de democracia, de los derechos de las mujeres, necesitan dar pasos poco a poco para conseguir estos objetivos sin llamar demasiado la atención entre sus opositores.