La fantástica aventura de dos hermanos en busca del «secreto de las verdaderas familias»
Mieres del Camino, J. A. O.
El libro infantil con el que la Consejería de Vivienda y Bienestar Social pretende fomentar entre los escolares el respeto a todas las fórmulas familiares cuenta la historia de Carlos y Mario, dos niños que viven con una pareja de mujeres homosexuales y que deciden descubrir si ese modelo es legítimo y les permite ser felices.
Los dos pequeños, según relata el autor del cuento, Carlos de la Cruz, «jugaban, dibujaban con pinturas y hasta con pincel. A veces montaban en bicicleta, otras, sin embargo, preferían observar las flores, las plantas o cualquier bichito (...). En definitiva, que, aunque algún día se aburrían, generalmente se encontraban a gusto consigo mismos, entre ellos y, sobre todo, con sus mamás».
La aventura de los dos pequeños protagonistas del cuento comienza cuando perciben que a su alrededor alguien piensa que «no se puede tener dos mamás. Los niños que tienen dos mamás no pueden ser felices porque no tienen una familia como todo el mundo». Carlos y Mario, tristes y ya sin ninguna gana de jugar, deciden buscar respuestas en el «arcón de los secretos», que, «como todo el mundo sabe, se encuentra en el castillo que protege el dragón». Necesitaban saber si esa familia en la que estaban creciendo era tan legítima como cualquier otra, como la de esos amigos del colegio que tenían papá y mamá y no dos mamás.
Una noche, Mario soñó con castillos, y descubrió que los hay de numerosas formas, pero que, en el fondo, todos son castillos. Por su lado, Carlos soñó con muchos dragones. Unos eran de 16 metros de altura y otros apenas levantaban un palmo del suelo, pero todos eran auténticos dragones.
Al día siguiente, al salir de la escuela, los dos pequeños descubren que las calles están llenas de dragones y que todos los niños corren hacia ellos con un pequeño cofre en las manos. Mario y Carlos, aturdidos, decidieron buscar a sus mamás. Cuando las abrazaron todo volvió a la normalidad. Es en ese momento cuando descubren que «el secreto de las verdaderas familias» se encuentra en ese lugar donde cada cual guarda sus sentimientos. Ése es el arcón. Y el secreto no es otro que el de aprender que lo importante está en querer y que te quieran. De ese material están hechos los lazos que unen a las verdaderas familias. Y, sin lugar a dudas, Carlos, Mario y sus mamás lo eran».
Así termina el cuento, que da pie a una actividad educativa que busca el respeto a la diversidad desde la escuela. Sus autores apuestan por huir de los clichés. Según apuntan, «vivimos en un mundo lleno de peculiaridades que, generalmente, acabamos reduciendo a golpe de estereotipos». A su juicio, lo peligroso es creer que éstos representan a la realidad deseable y a la que hay que parecerse, cuando son un ejemplo y poco más».
La idea es que los niños «comprendan que, al igual que en el cuento, hay diferentes dragones y castillos y todos son de verdad, en la vida real hay muchos modelos de familias y todas son igual de legítimas si se fundan en el amor».